LA PEDAGOGÍA DESDE LA HUMANIDAD, LA HUMILDAD Y EL HUMUS
Juan Josė Lugo
Agrónomo y educador
Recientemente leyendo a Rudolf Steiner, un pedagogo que aprecio mucho, se despertó en mí un pequeño esbozo interpretativo de una propuesta pedagógica. Si bien aún requiere mucha tela que cortar quisiera iniciar este compartir con la siguiente frase.
La pedagogía es un arte que requiere del sentimiento, que se nutre del vínculo con la belleza y estética del mundo y su relación con la humanidad. El trabajo de los pedagogos será el de despertar el alma de los niños y no como el que se limita a llenarla de cosas.
Quizás notarían que menciono a los niños como el enfoque del trabajo de los pedagogos y sí tendrían la razón. Siempre me pregunte qué pasa con nosotros los adultos que no tuvimos la oportunidad de criarnos en una educación desde estos enfoques. Una pregunta que me ha rondado varios años y que siento que ahora desde la experiencia de haber sido docente universitario, facilitar procesos de relación con la tierra y la naturaleza, creación de comunidades intencionales ecológicas, huertas comunitarias terapéuticas para adultos mayores, entre otras. Puedo compartir algunos de los elementos más valiosos y quizás obvios para muchos, sobre la base de una propuesta pedagógica con la naturaleza.
Uno de los primeros elementos que puedo mencionar es el desaprendizaje. Palabra bastante usada hoy en día en los ámbitos pedagógicos alternativos y a la cual quisiera enrumbar hacia el reinterpretar nuestras bases culturales sociales cognitivas. Hemos heredado y acumulado muchas construcciones que no corresponden al momento humano planetario que hoy en día vivimos y muchas de ellas se convierten en anclas dolorosas que nublan la esencia que cada una de nosotras venimos a manifestar.
Con la base del desaprender ahora me acerco al vínculo con el otro y a la escucha profunda. Reconocer que cada encuentro es un maestro del camino, es una actitud clave e incluso vista como un arte. El ser capaces, desde la escucha, de abrir espacios donde los corazones de los otros puedan expresarse donde podamos empatizar y acompañar amorosamente los procesos que sintamos hacerlo. Propuesta que se vuelve posiblemente en uno de los actos comunitarios más radicales y transformadores hoy en día.
Y finalmente y en paralelo a las anteriores, el contacto con la tierra y todo lo que en ella habita. Algo innato en la humanidad, que comparte la misma raíz de la palabra humus, tierra fértil y viva. El regresar desde la humildad a las bases de nuestro contacto con lo que nos nutre y alimenta tiene un efecto sanador que permite el sostener y tejer ese desaprendizaje y escucha profunda del otro, humano y no humano.
Estas son solo ideas que les invito a dimensionar e incorporar en sus prácticas personales pedagógicas comunitarias, todas entrelazadas, todas sentidas y vividas desde un propósito de cambio y conciencia en estos tiempos de distanciamiento, miedo y violencia.



